En la madrugada del primero de agosto, el ex presidente del CNE Jorge Rodríguez experimentó un accidente automovilístico en el cruce de la avenida Luis Roche con la avenida Benaím Pinto en Altamira. La policía de Chacao le condujo de inmediato a la Clínica Ávila de la misma urbanización.
En la clínica, luego de administrársele los primeros auxilios, se le sugirió se trasladara a otro centro hospitalario para que se practicara exámenes con un tomógrafo. El equipo de la Clínica Ávila estaría dañado.
El accidente e incidente no hubiera llamado la atención de la opinión pública si Delcy Rodríguez, hermana del ex presidente del CNE y Directora en ejercicio del Despacho del presidente Hugo Chávez, no hubiera denunciado y amenazado a la Clínica Ávila a través de los medios de comunicación. En un evidente uso anímico de su alto cargo denunció que se le había negado la asistencia a su hermano.
El accidente, convertido ya en un escándalo, empujó a la prensa a investigar con mayor profundidad el suceso. Para asombro de los venezolanos, los periodistas descubrieron que el médico Jorge Rodríguez conducía un lujoso vehículo marca Audi, el de las 4 argollas, con un costo estimado de 110 millones de bolívares. Una cantidad de dinero difícil de reunir para un médico que solo haya trabajado en hospitales del estado.
Para mayor sorpresa, la colisión ocurre con otro vehículo de igual marca: un Audi. La pregunta obligada es ¿cuál sería la probabilidad de que 2 vehículos exóticos, y de la misma marca, puedan chocar en una esquina de Altamira en horas de madrugada de un día de semana?.
No faltará quien, con acertada picardía, llegue a pensar y decir, que en manejos de números y estadísticas, Jorge Rodríguez no dejó de asombrarnos cuando estuviera en la directiva del CNE, tanto en el revocatorio del 2004 como en las elecciones del 2005. Por más remota que sea una probabilidad, con Jorge Rodríguez es casi seguro que esta se cumpla, aunque eche por tierra todas las leyes, corolarios y teorías de las probabilidades.
La otra incógnita del accidente es que, si Jorge Rodríguez venía de una celebración, cuál habría sido su estado etílico. Además, porqué no fue trasladado a uno de los puestos atención de la Misión Barrio Adentro ó a cualquiera de los 36 centros de diagnósticos integrales (CDI) recientemente inaugurados por el gobierno.
Pasaría sólo un día para que los fiscales del Seniat hicieran su aparición en la Clínica Ávila. Recordemos que la fiscalización del Seniat es como las facturas de electricidad: “no llegan por azar”. La administración de la Clínica Ávila fue cerrada por dos días, se le aplicó una multa millonaria y se cerró el cafetín que opera en la planta baja.
Al día siguiente del cierre, Delcy Rodríguez se llevaría la sorpresa de su vida al serle prohibida la entrada al Palacio de Miraflores, su lugar del trabajo. Había sido removida del cargo, y en su lugar designado Adán Chávez, hermano del presidente: ¿coincidencia o consecuencia?
La cayapa tributaria sería superada por las inspecciones del Ministerio de Salud, que no perdería tiempo para cerrar hasta el 15 de agosto 3 de los 6 pabellones, la unidad de anatomía patológica y la farmacia. Aparentemente, la Clínica Ávila no cumple normas sanitarias en estos espacios y existirían problemas de contaminación. Luego se sumaría el anuncio de apertura de una investigación por parte de la Fiscalía y la notificación de PDVSA suspendiendo el otorgamiento de las cartas avales.
El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, declararía a El Universal que "es una retaliación del Gobierno contra una clínica privada prestigiosa que ha dado apoyo en momentos críticos". Además de comparar con el estado de los hospitales públicos.
No dejando de tener razón en su apreciación León Natera, por cuanto el episodio le llega como anillo al dedo al gobierno por sus políticas para cercar la iniciativa privada, es oportuno recordar que sobre la Clínica Ávila circulan frecuentemente los más variados rumores e informaciones.
No es fácil conseguir a quien quiera declarar sobre ello. Pero en esta ocasión citaré las palabras de alguien que no tiene problemas para hacerlo: Yo mismo.
En febrero del año 2000, mi único cuñado llegó por sus propios medios a la Clínica Ávila, aquejado de una ligera e inexplicable fiebre que no cedía. Se le hicieron todo tipo de exámenes, incluida la tomografía famosa. El médico tratante, detectada una infección, y a pesar que la tomografía no le revelara aparentemente el origen, procedió a operarlo para extraerle la apéndice, la cual se habría descubierto que estaba en perfecto estado. Sin embargo, en el desarrollo de la intervención quirúrgica se encontraron con el colon perforado, lo cual habría sido atacado de acuerdo a los procedimientos del caso.
Por circunstancias que desconocemos, a mi cuñado no le sería administrada la batería de antibióticos de rigor en estos casos, a pesar que las estadísticas señalarían que 2 de cada 3 personas que sufren la perforación de colon son propensas a desarrollar cuadros de infecciones generalizadas. Días después, en la medida que se agravaba, se contactó a la infectóloga. Ya el daño estaba hecho. Mi cuñado moriría a causa de una septicemia.
Para nuestra sorpresa, en el momento de acudir a la Prefectura de Chacao para los trámites legales, nos enteraríamos que presuntamente casi todos los casos de septicemia en el municipio provenían de esta clínica. Para lo cual, según el prefecto del momento, era verificable con solo revisar los libros de defunciones. Siendo lo más llamativo en el caso de los neonatos.
Cómo dicen los “viejos zamuros”, es decir los viejos empleados de las funerarias, “la fama de las clínicas es verificable en dos lugares: los libros de defunciones y las funerarias, por que llevan un mejor registro de las muertes”.
Sin embargo, hasta que ocurre el accidente de Jorge Rodríguez, a nadie parece haberle inquietado los rumores y estadísticas de la Clínica Ávila. Ahora si se descubriría que habría presuntamente problemas de contaminación.
DECOMISAN USM$ 36 A JORGE RODRIGUEZ EN PANAMÁ.Publicado: jueves 04/ 06/2009